Esa es la consigna fatal. Luego de sostener una reunión con el Director General Juan Carlos Trevijano, en la Tribuna Presidencial, la representación de los jubilados regresó a la pista e informó que están cansados de promesas incumplidas y que continuarán en su protesta hasta que -efectivamente- le sean cancelados los pasivos atrasados. De esta manera, solo es cuestión de minutos para que las autoridades anuncien oficialmente la suspensión definitiva de la jornada dominical, una jornada que incluía la disputa del Gran Premio Clásico Simón Bolívar, la más importante competencia clásica del calendario hípico nacional. Muchas opiniones encontradas. Por un lado, con todo su derecho, algunos inclinan la balanza en favor de los manifestantes, enarbolando los derechos laborales violentados. Por otra parte, hay quienes defienden la continuidad del espectáculo por encima de todo. No debemos olvidar que los derechos de cada uno de nosotros limitan justo con los derechos de los demás, y los Jubilados, al igual que el resto de trabajadores, jinetes, entrenadores, propietarios, criadores y aficionados, tienen derechos que giran en torno a la industria hípica. Tendríamos que preguntarnos, por enésima vez, que ocurre con la administración de dicha industria para que, siendo tan productiva, confronte tantos problemas.
Ya en el año 1992, debido a una protesta similar protagonizada entonces por los trabajadores de cuadra, el Bolívar fue suspendido y disputado a mediados de noviembre, siendo la única oportunidad en que ello ocurriera. Otras fechas fueron cambiadas brevemente, como en el año 1996, a causa de una falla eléctrica; o en 2004 debido a un proceso electoral. En ambos casos el diferimiento fue de una semana. Nuestro Simón Bolívar se corre desde el año 1946 cuando lo ganó Seriote, desde entonces nunca dejó de disputarse, y su fecha siempre ha tenido como referencia el 28 de octubre, por ser el día de San Simón, de allí que su programación siempre sea la más cercana a esta fecha.
Solo esperamos que reine la cordura, que la administración hípica cumpla con todas y cada una de sus obligaciones y que prevalezca el espectáculo, que podamos algún día tener ese hipismo de otrora, solo posible con una política sincera, que nos permita creer que el gobierno nacional comulga con el deporte de los reyes y que se despeje la duda de su anunciada muerte...
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